Hoy encontré un lugar. Proyecto fotográfico de Miguel Alvear sobre las migraciones árabes al Ecuador

hoy-encontre-un-lugar-copy

 

 

Proyecto fotográfico de Miguel Alvear que trata sobre las migraciónes árabes a Ecuador. Se presentó como parte de la muestra Amrik. Presencia Arabe en América Latina.

 

 

 

 

Amrik –

Por:

André Vilaron (Brasil)

Juan Travnik (Argentina)

 

Presencia Árabe en América del Sur es una exposición de Itamaraty (Cancillería de Brasil), que trae imágenes inéditas de fotógrafos de América del Sur, invitados a realizar un ensayo sobre aspectos de la presencia árabe en sus países.?Una cualidad del fotógrafo es saber mirar a su alrededor, recortar la realidad de una forma diferente a la del sentido común y ‘ver’ a las personas y al mundo que lo rodean como múltiples posibilidades. El fotógrafo percibe, detrás de un gesto y una mirada, diversos significados, y sabe que cada persona representa su trayectoria, su gente, su tierra.?En un primer momento, la exposición presenta el legado inmemorial de la cultura árabe, de su sabiduría científica y cultural que nos fue transmitida desde la llegada de españoles y portugueses a América. La Península Ibérica vivenció, por ochocientos años, la riqueza de “Al Andalus”, considerado por muchos, todavía hoy, la más importante experiencia de diálogo y punto de encuentro entre Occidente y Oriente.?Los árabes difundieron conocimientos y tecnologías como la brújula, el astrolabio, los números hindo-arábigos y el papel chino, como fruto de su interés por las ciencias y por la cultura de otros pueblos. La obra de Aristóteles llegó a nuestros días gracias al filósofo Ibn Rushd (Averroes). En España, la influencia fue tan fuerte que un hito de la literatura occidental, Don Quijote de la Mancha, habría sido escrito por un historiador árabe, en la trama dentro de la trama, según la genial y compleja ficción del verdadero autor, Cervantes.?Hay ejemplos, hasta el agotamiento, en nuestros hábitos: de los árabes adquirimos la idea de la hospitalidad, de recibir bien a los visitantes, características de aquellos que viven al borde del desierto, para quien todo visitante necesita amparo; el gusto por el caballo; el uso de alpargatas (del árabe al-balga). La literatura colmó nuestro imaginario con las historias de Simbad, Alí Baba y Sherezada, de genios de lámparas y alfombras voladoras. Hay referencias a las Mil y Una Noches en el siglo X, pero se supone que la colección de aventuras fue traducida del pálavi al árabe en los primeros siglos del Islam. Borges, uno de los mayores escritores argentinos, no se cansó de citarla como fuente de inspiración de toda su obra.?En la música, el adufe, en formato hexagonal, dio origen al pandero, así como el tamboril y varios instrumentos de cuerdas también tuvieron su origen en la música árabe. En la decoración, la belleza de los azulejos, patios, fuentes y la rica arquitectura mudéjar son halladas en diversas regiones de América del Sur.?El castellano y el portugués poseen una lista enorme de palabras que tienen su origen en los tiempos áureos del “Al Andalus”, que influyó también en hábitos y costumbres como el uso de condimentos, el cultivo del trigo y de la cebada, el consumo del pan, de la goma ‘arábiga’, del aceite y del cuscús (hecho originalmente con arroz o trigo, recibió al maíz, como ingrediente, en América). El hábito de tomar café, hoy producto ‘genuino’ de países como Colombia y Brasil, fue desarrollado por los árabes, que conservaban sus brotes como verdadero tesoro. Fue solamente a partir del siglo XVII que el café pasó a ser cultivado en Europa.?El segundo momento de la exposición muestra la saga del inmigrante, un movimiento espontáneo iniciado en el último cuarto del siglo XIX y que continúa hasta nuestros días. Bajo el yugo del Imperio Otomano, huyendo de persecuciones y discriminación, muchos sirios y libaneses llegaron a América solamente con los documentos turcos y la ropa que llevaban puesta. Traían también, entre tanto, la pasión por la vida y el espíritu de lucha por dignidad y libertad. Posteriormente llegaron muchos palestinos e inmigrantes de otros países árabes.?Los primeros en venir eran hombres, solos o con algún amigo. Campesinos y labradores en su tierra natal, buscaron aquí actividad más propicia para la obtención de logros rápidos, trabajando como vendedores ambulantes y comerciantes. Insistente, tenaz, el inmigrante se internó en los rincones más distantes de los nuevos países. Aprendió el idioma, encontró trabajo, se instaló, trajo la familia y coterráneos. Este espíritu desbravador se repitió, como en una película, en casi toda América del Sur. Talvez sería justamente este espíritu lo que lo diferencie tanto de otros pueblos.?El inmigrante, al mismo tiempo en que fue muy influenciado por la cultura que lo acogió, también dejó su marca, a punto de resultar inimaginable pensar en nuestra cultura sin su presencia. Los ‘primos´ trajeron hábitos culinarios, como el quibe, el tabule, el tahine, la esfiha y las ricas combinaciones de condimentos con recetas locales; su presencia también está marcada en el comercio, en los almacenes, en las empresas e industrias; en los clubes y asociaciones de beneficencia; en la literatura, música, deporte, medicina y política. También se destacó la personalidad fuerte de las mujeres, matriarcas de familias árabes que supieron criar a los hijos, protegerlos y darles educación; y la actitud de los jóvenes que buscan, todavía hoy, en diversas actividades, dignificar su origen y contribuir al desarrollo de los países que acogieron a sus padres y abuelos.?AMRIK – Presencia Árabe en América del Sur trae imágenes sobre tema tan emocionante y complejo. Las fotografías, realizadas en ciudades como Tucumán, en Argentina, Cuzco, en Perú, Sucre, en Bolivia, Santiago, en Chile, y Manaus, en Brasil, muestran la trayectoria de sudamericanos que representan una de las culturas más antiguas de la Historia de la Humanidad.?Hay coincidencias profundas entre los países árabes y la América del Sur, principalmente por el pasado común, fruto de la experiencia de “Al Andalus” en la Península Ibérica. Los muchos rasgos en común nos hacen percibir que las culturas no tienen fronteras tan rígidas, no son estanques. Ellas se comunican, se transforman mutuamente. No hay cómo separarlas.?Mucho más allá de un relevamiento de la influencia árabe sobre nosotros, esta exposición muestra hasta qué punto somos reflejo de la convivencia de múltiples y diferentes visiones de mundo. Y cómo los pueblos árabes, con su cultura y sabiduría milenaria, aunque distantes geográficamente de nosotros, nos son tan cercanos. Y nos influenciaron tanto.

 

Tomado del catálogo de Amrik.

http://www.exposicoes.mre.gov.br/amrik/eng/photographers.html

Comentar

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.