Evidencias. La Performance expandida en la obra de Santiago Reyes Por Eduardo Carrera

 

En Enero del presente año las galerías: Espacio Vacío y No Lugar emplazaron la muestra colectiva El vacío del lugar no tiene espacio. En la que Santiago Reyes realizó una performance titulada  «Besando el paisaje».

Un Lunes muy en la mañana, tras estudios previos del espacio, el artista suspende un vidrio de 1.16m  x 81cm sobre el filo de la terraza de la galería.

Debido a su ubicación, el espacio expositivo posee un mirador con vista hacia el valle de Tumbaco  – un paisaje que invita a la contemplación – y es parte del cotidiano de Reyes.

Dos cámaras de vídeo ubicadas estratégicamente en la terraza registran los dos momentos en que la acción se divide; una, filma el instante en el que Santiago con labial pinta su boca, observa el horizonte, y sale de cuadro. Mientras que la otra cámara, que se encuentra en dirección al paisaje y al vidrio suspendido, registra el momento en el que el artista entra en escena, y con la intención de dibujar lo que ve en perspectiva, besa el vidrio, besa el paisaje y besa su reflejo.

 

 

 

 

Repite la acción reiteradas veces, y a través de aproximadamente 450 besos, se pinta sobre el vidrio un paisaje, que por la transparencia y ubicación del soporte, pareciera que las montañas, el valle, las nubes, y los arboles. vistos a través de una ventana, fuesen de besos. Así logra la disolución del individuo en el todo cósmico – metáfora que remite al paisaje en el romanticismo.

Tanto el paisaje como el reflejo tienen una fuerte carga semántica.

El paisaje siempre ha sido una respuesta emocional para los artistas. Tanto en el arte moderno (donde sus pinturas invitan a la contemplación de lo infinito, la fuerza de la naturaleza, lo catártico) como en  el arte contemporáneo (donde las problemáticas abordan lo migratorio, las fronteras, los modos de vinculación con el territorio), el paisaje es una construcción cultural donde el sentido de pertenencia, el sentido de (des)protección que proporciona, afectan directamente los modos que tenemos de interpretarlo y de representarlo.(1)

El reflejo, por su parte, constituirá a una segunda presencia en la acción (el yo – como un otro), El Narciso se proyecta a si mismo fuera de si mismo como forma de permitirse amar lo que esta dentro de el (2). Amabas presencias (masculinas) se reconcilian a través de un beso, propiciando una situación homoerótica. Dejando como rastro del gesto centenas de besos estampados en un vidrio. Objeto que sin ser la acción, bien procede de ella, la recuerda y evoca; por lo que parece viable hablar de melancolía, de nostalgia, por un momento que se dejo perder, pero que se conserva en la memoria por medio de la huella que un otro ha dejado. Esa ausencia toma sentido al percibir el paso del tiempo y la posibilidad de sentir que a veces viene bien recordar (…) un lugar, un paisaje, un beso.

Pienso en el vidrio ya no como una parte que complemente la acción sino como objeto: se ha convertido en una pintura que por su superficie especular, proyecta al espectador dentro de si misma. Y es allí donde el espectador es observado. Su rol muta constantemente. Mira y es mirado, haciendo al público parte de la obra; roles (autor, obra, espectador) que son cuestionados constantemente dentro de la producción artística de Reyes.

Por ejemplo, en la serie «Performances sin espectador», Santiago pasa la noche junto a un modelo; el artista lo retrata dibujando sobre la pared del espacio su cuerpo desnudo. La acción sucede mientras ambos sujetos se encuentran en periodo refractario (espacio de tiempo que transcurre entre un orgasmo y otro).

Al día siguiente se presenta públicamente en la galería Air de París la exposición titulada: Clement, 24/01/08, 3h45 (nombre del modelo, fecha, y hora del encuentro). Se trata de un pos/escenario de un hecho que se representa a través del dibujo en la pared; evidencia que hace posible que lo sucedido en la acción sea imaginado. – ¿Cual es la performance en este caso? ¿lo sucedido la noche anterior, o el acto imaginado por el observador? –  Lo que realmente interesa aquí es la relación entre lo privado y lo público que se produce a través de la mirada de un otro que activa posibilidades de existencias diferentes: el deseo de un hombre por otro hombre.

Con ello, Santiago Reyes altera los elementos que normalmente van ligados a la acción: espacio, tiempo, y presencia.

Esto nos da un ángulo de vista diferente sobre la producción de performance en las artes visuales; donde el registro en vídeo o fotografía ya no son la única posibilidad de que el público se acerque a una acción de la que no formo parte en tiempo real.

 

 

 

 

 

 

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(1) Monica Herrera – Paisaje daguerreano – Ramona. Revista de artes visuales. Argentina.

 

(2) Amelia Jones – Body Art: Performing the subject. p47 – 1998

 

 

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