IRIS – Pilar Flores, texto de Manuel Kingman

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Sobre IRIS de Pilar Flores

Manuel Kingman

 

Vida y muerte han  sido temas plasmados por la creatividad humana desde tiempos inmemorables, sea en paredes de cavernas y platos cerámicos, o en pinturas al oleo y alto relieves murales el péndulo entre vivir y morir siempre nos ha preocupado .

No solo con objetos, nos acercamos a los ciclos de la vida, también lo hacemos con festividades y rituales, como ejemplo, la celebración del día de los muertos en México, cuyo culto a la “calaca” toma dimensiones maravillosas,  o como el carnaval que representa el goce de vivir. En nuestro contexto andino  están las fiestas al sol y a la cosecha, como la fiesta del Inti Raymi. Cada festividad es un universo particular, poseedor de sus propios simbolismos relacionados con aspectos culturales, estas fiestas nos confirman que la vida y la muerte esta presente tanto en nuestra cotidianidad como en lo que la desborda.

En la representación se han usado los medios tecnológicos disponibles para cada época, así como de los sistemas de signos y símbolos posibles dentro de cada cultura. Así, si los griegos , por medio de simétricas esculturas, han laureado el cuerpo humano atlético y vigoroso como símbolo de la vida, en muchas culturas africanas, por medio de máscaras y esculturas de madera perecedera se ha simbolizado y personificado a los dioses y semidioses que están mas allá de lo vivo.

Se podrían llenar varias hojas enumerando las representaciones referidas a la vida y la muerte, pero en este texto interesa hacer algunos apuntes sobre la propuesta  IRIS de la artista Pilar Flores. A diferencia de muchas representaciones que acuden a una estética violenta o armoniosa, a un tipo de color, intenso o lúgubre, a un trazo fuerte o delicado, entendiendo a la vida y la muerte como opuestos, Pilar Flores integra técnicamente a la representación de la vida y la muerte con un mismo recurso estilístico. El carácter sutil del trazo y  la pulcritud de la instalación con papeles recortados no esta hablando de la vida y la muerte como opuestos, sino como complementarios, la flor IRIS nace y muere en el lapso de un día, esta flor deviene por la intervención de Pilar Flores, en una metáfora adecuada para hablar de los ciclos de la vida, que incluye al nacer, el crecer y el morir.

En el trabajo de Pilar Flores hay también una reflexión en torno a la belleza, la apreciación de Pilar se distancia de las nociones de la belleza como un producto de consumo, en la cual rostros y cuerpos jóvenes se convierten en cánones de lo bello, al captar la belleza de los distintos momentos de vida de una flor, Pilar Flores también está expresando que cada instante de la vida es bello. Hay un fundamento filosófico potente en la propuesta, este no se expresa por medio de lo grandilocuente sino por la sutileza del trazo, en un mundo saturado de imágenes espectaculares el acercamiento de Pilar Flores representa un acercamiento silencioso pero profundo a los ciclos de la vida. Si la primera sala llena de dibujos muestra la  belleza presente en los momentos de la vida. Las salas siguientes resueltas con papel calado y colgado a distancias simétricas, sirven como metáfora de la multiplicidad de la vida, si bien, se repite el mismo patrón de una flor recortada  a lo largo de la sala, son múltiples las combinaciones que esta instalación presta a la mirada, la mirada se transfigura en pensar y sentir, lo visto son las zonas luminosas y las sombras proyectadas en la vida.

 Registro de la muestra en el espacio de El Conteiner, 2013. Fotos registro :Gonzalo Vargas M.

 

 

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