“Recreación de la Historia” de Paúl Rosero por María del Carmen Oleas

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La muestra “Recreación de la Historia” del artista quiteño Paúl Rosero nos ofrece tres instalaciones expuestas en cada una de las salas de exhibición de la Galería El Conteiner del Pobre Diablo.

La primera sala, la instalación que provee el nombre a la exposición, nace de las inquietudes del artista con respecto a los discursos mitológicos, científicos y de ocupación territorial como manifestaciones del conocimiento humano. Lo interesante de la propuesta de Rosero es que en su obra propone un diálogo entre estos tres discursos, ubicándolos a un mismo nivel y cuestionando la preminencia del discurso científico o académico, sobre el mitológico o el artístico. Este diálogo se entabla alrededor del suceso real de la caída de un meteorito en el año 2008 en el Ecuador en las afueras del cantón Daule en la provincia del Guayas (que al caer se dividió en tres pedazos), el artista encontró en este fenómeno un suceso que pondría en diálogo los diferentes discursos a los que él quería cuestionar.

Esta obra ha sido estructurada por una pregunta específica: si un meteorito cae del espacio ¿a quién pertenece? Alrededor de esta pregunta el artista fue creando tres grupos de objetos artísticos que conforman la instalación. El primer grupo se refieren al primer pedazo de roca que fue recuperado por las Fuerzas Armadas Ecuatorianas. Otros objetos de la instalación hacen referencia a un segundo pedazo que fue encontrado por uno de los dueños de la tierra donde cayó el meteorito quien lo escondió de las autoridades; eventualmente esta roca sería vendida a un grupo de “caza meteoritos” que se dedican a comercializar estos objetos en pedazos pequeños.

Finalmente el tercer grupo de objetos gira alrededor de un tercer pedazo de meteorito que cayó en un río que está poblado por lagartos, lo que ha hecho imposible su recuperación. Para Rosero, es el tercer pedazo el que termina de hilvanar la idea de la exposición. El hecho de que esta roca nunca hubiera sido recuperada permite al artista plantear un método de trabajo, muy aproximado al científico, para deducir el tamaño, peso, forma, composición y volumen de la roca y recrearla como una parte conclusiva de la historia de este objeto.

 

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Es así que la primera instalación se compone de una serie de fotografías a blanco y negro de pequeña escala sobre la investigación realizada acerca de las tres rocas, una serie de serigrafías impresas sobre papel orgánico en las que se detalla con gráficos el proceso de “reconstrucción” del tercer pedazo de meteorito. Parte central de la instalación es la réplica de un mueble semejante al display de un museo de ciencias naturales de los años 70 en el que se exhibe la trayectoria del meteorito que cayo debajo de un árbol, los moldes de la réplica del meteorito, un libro de bitácora “casi ilegible” que guarda toda la información que se requirió para realizar la instalación, y como objeto central la réplica del meteorito caído en el agua. En la instalación también hay un dibujo sobre grupos de asteroides y de constelaciones que es una referencia histórica a la relación del humano con la galaxia, y que sintetiza las maneras históricas de los hombres, de hacer sentido con el espacio.

 

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La instalación tiene dos piezas más. La una se refieren a la visión, casi mitológica, de cómo los campesinos describen la caída del meteorito en sus tierras y la otra habla de una “versión oficial” del tema, tienen que ver con un lenguaje más científico y técnico sobre el hallazgo del meteorito. Parte de la instalación también es la exhibición de un meteorito real que se encuentra sobre un trípode de teodolito. Finalmente esta un video que busca reconstruir el espacio donde cayó el meteorito y está narrado por la voz del dueño de la hacienda donde cayó este objeto. Esta instalación se trata de asumir un punto de vista pero no descartar los otros acercamientos tomándolos todos como puntos de vista válidos.

 

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La siguiente instalación ocupa la sala número dos, es la instalación más pequeña y se trata de un objeto escultórico entre dos serigrafías impresas sobre papel orgánico. Esta sala habla de un tema del territorio desde otro punto de vista. La primera serigrafía es la representación de una serie de especies extintas en el planeta, la segunda es la imagen en el mapa de un territorio que está a punto de ser explotado por una empresa de explotación de recursos naturales.

 

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La pieza escultórica del centro “vive un eterno presente” para el artista; se trata de un pequeño bosque de plástico orgánico (PLA) que en su creación fue intervenido con un hongo comestible llamado “melena de león”. El hongo crece y se funde con el plástico, sin embargo, como las características visuales de ambos elementos son semejantes, el espectador no sabe dónde termina el plástico y dónde empieza el hongo, haciendo de esta pieza un objeto activo con vida y con la potencialidad de cambiar. Con esta instalación Rosero trata la idea de la intervención humana en la naturaleza como la posibilidad de una intervención constructiva, que de manera simbiótica intervenga con procesos naturales de cambio y de construcción conjunta que cuestione al punto de vista antropocéntrico al plantear preguntas sobre el papel del ser humando frente a la naturaleza.

 

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La tercera sala se trata de una instalación fotográfica compuesta por imágenes obtenidas en el viaje de Rosero a la estación científica Pedro Vicente Maldonado del Ecuador en la Antártida. Esta serie se cuestiona sobre la lógica humana presente en lugares que podrían considerarse desiertos, salvajes e inhóspitos como la Antártida. En palabras del artista su línea de trabajo en general, tiene que ver con relaciones entre la especie humana y diferentes entornos entre los que podrían contarse entornos naturales como la Antártida. Rosero explica que su interés en trabajar en territorios como este, tiene que ver con sus cuestionamientos sobre espacios de quiebre en los que se pueden crear una serie de circunstancias fuera de lo común.

En esta exposición Rosero interpela la relación de los seres humanos con diferentes formas de concepción del espacio; y cómo el hombre se ha relacionado con estos espacios para hacer sentido. En las tres instalaciones hay una interrogante sobre las diferentes formas humanas para intervenir el espacio, quién y cómo lo puede intervenir, usar u ocupar. Lo interesante de su trabajo que la forma de aproximarse a estos temas tiene que ver con metodologías muy similares a las científicas. Por ejemplo, le atrae la forma como los astrónomos hacen teoría de objetos de estudio que desconocen; el trabajo de estos científicos se refiere a grados de subjetividades muy altos pero que se encuentran respaldados en conocimientos previos que finalmente se convierten en leyes que rigen la vida de las personas. En esta muestra Rosero cuestiona estas verdades y las pone en debate con otras verdades; la interesa pensar en las relaciones entre diferentes concepciones del mundo desde su lugar de enunciación, lo que desde mi lectura, le da la fortaleza referencial que presenta.

Además de la prolijidad en la creación de las instalaciones, la riqueza del trabajo de Rosero se puede ver en la profundidad de la investigación que ha realizado. Producto de esta investigación es el diálogo que plantea el artista entre los discursos científicos, académicos y mitológicos como estructuras de conocimiento humano que están siendo cuestionadas desde el arte. Esto permite un juego interesante en el que el espectador también tiene la oportunidad de preguntarse sobre estos temas, que muchas veces son naturalizados por el mismo discurso.

Registro de la muestra, fotografías Gonzalo Vargas M.

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