‘Alarma’: un grito hacia la autogestión


Por Juan Pablo Viteri

El rock no es sinónimo de resistencia y esto no es difícil de comprobar. Basta con prender la televisión en las mañanas y ver a algunas de “nuestras bandas nacionales” performar un ridículo playback, mientras comparten el estudio con sonrientes presentadores –dicho sea de paso, de dudosa postura política– que no paran de aclamar al llamado “talento nacional”. Y qué decir de la apropiación mercantil del punk por parte de figuras pop, o renombradas novelas mexicanas, que nos enseñan que ser rebelde “es no seguir a los demás”. Con esto, no quiero insinuar que “el rock ha muerto”, como un travestido músico norteamericano proclamaría una década atrás. Más allá de los géneros, los estilos y las actitudes, la música –no solo el rock– es a la vez una actividad cotidiana, un producto industrial, una bandera de resistencia, un ritual, un fenómeno cargado de significados profundamente emocionales y simbólicos para cualquier clase social.

El sonido es movimiento y la música, hoy más que nunca, ha recorrido el mundo entero. Escenas de metal, de punk o hip-hop han proliferado en contextos geográficos muy distintos a los que las originaron. Esta condición migrante viene dada por el movimiento de personas que viajan alrededor del mundo, llevando consigo sonidos y significados de los distintos lugares en los que han estado. Es también efecto de los medios de comunicación, como la televisión o el internet, que nos han brindado acceso inmediato a música de distintos lugares; finalmente, en este viaje la música rara vez escapa de ser una mercancía o de producirla. Los significados que giran alrededor de ella se alteran y se configuran en el nuevo espacio social, cultural y político al que han llegado. Si hablamos de música, hablamos desde un contexto. Hablo aquí de Quito y de Alarma, disquera y productora independiente y autogestionada; hablo de metal y hardcore, principalmente hardcore.


Desde sus orígenes, a principios de los ochentas en Nueva York, el hardcore ha sido más que una estética musical, el hardcore ha representado un “ethos”, una “actitud”, una “filosofía”. Cuando la primera ola de punk alcanzó mayor visibilización mediática, al tiempo que se vinculó con espacios artísticos snobs, bandas como: The Bad Brians, Minor Threat, Black Flag o Agnostic Front, reaccionaron dándole al punk un sonido más rudo, más rápido y más agresivo. Este estilo musical se impulsó por una actitud a la que llamaron DIY o Do It Yourself [hazlo tú mismo], actitud que representa una ruptura con la gran industria musical, que apuesta por la independencia corporativa y la autogestión, a la vez que promueve sentidos de comunidad, unión y resistencia frente al sistema capitalista. De los ochentas en adelante, el hardcore y el metal se desbordarán de sus fronteras geográficas y formarán micro-escenas musicales alrededor del mundo.

El rock en el Ecuador aparece tímidamente en los setentas y toma un poco más de fuerza en los ochentas. A pesar de los esfuerzos de figuras como Jaime Guevara, en Quito, y de Pancho Jaime, en Guayaquil, por fomentar una actitud activista a través de la música, el rock en el Ecuador nunca representó una verdadera fuerza de oposición política. Curiosamente, las medidas represivas de gobiernos autoritarios no fueron los principales silenciadores del rock ecuatoriano. Un arma más efectiva resultó ser la actitud conservadora y generalizada de defender a la cultura nacional, revalorizar “lo nuestro” [lo suyo] y considerar al rock como una importación cultural que atenta contra estos pseudo-sacro-valores. Incluso hoy en día, el “gobierno” de Guayaquil sigue auspiciando una actitud xenófoba en contra de quienes podrían identificarse como “roqueros”.

Desde un principio, la producción local de rock o de cualquiera de sus hijos malditos, metal y hardcore, se vio obligada a someterse no tanto por decisión, sino por necesidad, a la autogestión y a la independencia corporativa. En nuestro contexto “hacerlo tú mismo” es y ha sido la única opción.

Alarma, antes Escena Hardcore en Vivo, desde el 2004 ha promovido propuestas musicales locales de metal y hardcore. Es así que ha organizado más de 36 conciertos con bandas de la escena local (Descomunal, Colapso, Kanhiuara, Entre cenizas, Veda, Sarcoma, Misil, Cafetara Sub, Goe, Mortero, Selva, Siq, Yuga, entre otras) además de reconocidas bandas de la escena mundial (Killswitch Engage, As I Lay Dying, The Black Dahlia Murder, Poison the Well, Terror, Paura, Confronto , Grito y Anton). Con un esfuerzo enorme ha realizado algunas producciones discográficas como el “Invalorable” de Descomunal, o el EP/SPLIT de Paura (Brasil) con Colapso (Ecuador). Estos logros fueron posibles debido al esfuerzo constante de sus miembros, que en la autogestión han encontrado una vía de escape hacia las difíciles condiciones locales para la producción musical y artística de carácter alternativo.

Es evidente la necesidad de constituir micro industrias musicales como Alarma, no nos olvidemos que la música en los actuales contextos no puede dejar de ser una mercancía y esto no necesariamente debería quitarle valor. Sin vinilos, sin cassettes, sin cd’s, y ahora, sin mp3’s, la música no habría circulado de la forma en que lo ha hecho desde finales del siglo XIX. Para existir hay que producir y al mismo tiempo hay que consumir. Pero producir no implica hacer mímesis de una actitud neoliberal y consumir no implica ser un pasivo receptor. Los únicos espacios que tenemos son los que nosotros mismo nos hemos creado, Alarma es la prueba de esto.

11/05/2010

Comentarios

  1. la autogestión es valida y el trabajo de alarma es muy respetable y digno de ser reconocido.

    pero seguir relacionando el rock con politica de forma casi simbiótica me parece totalmente fuera de contexto y mas aun decir que «promueve sentidos de comunidad, unión y resistencia frente al sistema capitalista». creo que hay que leer el «movimiento roquero» desde una perspectiva mas amplia y no desde el estereotipo romántico que se tiene al respecto. habría que analizar los sistemas de mercadeo de las bandas -las de aquí y las de afuera- los procesos de consumo del rock, el dinero que mueve, etc. y ahi hablar al respecto de si el rock es o no un movimiento que resiste al modelo capitalista.

    decir que alarma tiene una posición política me parece un error, ¿ellos resisten el modelo capitalista? ¿proponen alternativas al modelo capitalista? ¿son de izquierda o de derecha?

    estoy de acuerdo con el primer comentario, la retorica de alarma es fofa y confusa , esta basada en un idea romántica del hardcore que muchos se creen sin ninguna visión crítica al respecto. definitivamente hay pasión, trabajo duro -no les quito ese mérito-. pero definitivamente no se cual es fondo, si lo hay. pero la forma (pasión, carisma, entrega) convence y es muy efectiva. a veces incluso me asusta ver las bandas jóvenes de alarma, todos aprenden esa receta vendedora de la «entrega en el escenario» y entre canción y canción lo que dicen es una copia de lo que dirían los descomunal en ese momento. y la verdad a mi me suena todo muy fofo… lo que si, alarma a logrado elevar los estandares de los conciertos y las bandas en quito al menos y eso esta bien.

    tenemos que formarnos como público y tener actitudes críticas si queremos que las propuestas que escuchamos y las organizaciones culturales (alarma podría ser una) no solo tengan una mejor calidad musical, empresarial, de gestión, de sonido, etc, sino también una mejor calidad y claridad de propuesta y concepto.

  2. Juan Andrés Cuéllar says

    La escena aquí sigue siendo de chismes y personalidades, seguro muchos quieren que en algunos años el X. Andrade NOS haga una reseña como al Pancho Jaime.
    Aquí es el ave fenix. siempre volviendo a nacer, siempre la primera vez…. igual qué importa?

    ()

    Y también recordarles que antes de que llegue eso, no importaba mucho si eras lo que fueras, uno pogeaba no más. Ahora que unos bailan distintos que otros y que unos straithgedge, que otros veganos, y otros marihuanos….ya no se está en paz ni entre rockeros. ojala no entren los fachos ya mismo también a la «escena»·

  3. Juan Andrés Cuéllar says

    Con todo respeto, Alarma es puro metal-core. Y además, podría ponerse en dudas el modelo de autogestión de
    Alarma, si es o no que funciona. En todo caso, no se puede negar, existe muchísima pasión, sí. Pero muchas veces, más que nada en el juvenil público, esa pasión se refleja en modas….ciertamente modelos muy importados. Y actitudes críticas casi no existen, es como si en la «escena del hardcore» todo quedara reducido a ser individualmente bacán y generar los cambios positivos desde adentro, un retórica que más bien a permitido núcleos de estilos (full blablabla).
    ¿Rock ecuatoriano?
    No creo que eso importa. Pero si decir que las bandas de Alarma son muy buenas y la calidad de sus conciertos muy alta, al igual que los precios de las entradas.
    Pero más allá de alarma, el «hardcore» tan barreado ya, me parce no existe en Alarma, ni casi en el ecuador. Los chicos de ahora no saben nada del hardcore de antes, seguro pocos han oido el Combatiendo Apatía, aunque claro, todos han oído de muscaria y de ley del luigi.

    La escena aquí sigue siendo de chismes y personalidades, seguro muchos quieren que en algunos años el X. Andrade no haga una reseña como al Pancho Jaime.
    Aquí es el ave fenix. siempre volviendo a nacer, siempre la primera vez…. igual qué importa?

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