¿Producción nacional sinónimo de qué?

Por: Jaime Sánchez
Ilustración: Adrián Balseca

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Cuando intento ver la programación de la televisión nacional, mi intento termina casi siempre en el zapping , en una terrible desilusión y de vez en cuando en gran malestar. Últimamente se ha promocionado con toda la parafernalia que se supone debe tener las estrategias publicitarias a las nuevas “producciones nacionales” en dos canales distintos de televisión. Dos productos que tienen formato de telenovela pero que a la vez transitan por la “comedia” fácil.

Pero en primer lugar quisiera referirme a este término: “producción nacional”. Noventero (de los años noventa) como soy recuerdo que esta frase sonaba mucho más fuerte a finales de los ochenta e inicios de los noventa. La “producción nacional” se abría paso en estas épocas a puro pulso y casi siempre a pérdida. Los canales de televisión empezaban a apostarle a este tipo de productos que se intentaban generar casi empíricamente, refiriéndome a la parte técnica, y como se dice por el “amor a la camiseta”. De esta etapa haciendo memoria, salio una grupo de telenovelas muy parecidas a las realizadas en México y Venezuela que se trasmitían desde hace tiempo en las frecuencias nacionales, en donde el argumento era casi calcado entre ellas: la lucha de clases, el amor imposible, de pobre a millonario, el matrimonio y vivir feliz toda la vida, él es tu padre o tú hermano, etc. (Destacando algunas telenovelas que proponían una línea distinta, como “El Ángel de Piedra”, “Lola Calamidades” y una que otra bastante inocentes). Todos estos temas que no hacen más que respaldar una norma social, fueron repetidos dentro de la primera producción a la que me he referido.
Pero regresando a lo que me llevó a escribir estas líneas, recuerdo también que la comedia no estaba excluida de los productos nacionales. Y aunque en verdad eran bastante empíricas e inocentes en cuanto a su producción y el argumento no era de lo mejor, intentaban proponer situaciones que respondía a un contexto cultural y regional (El mismo “Michelena” que fue reclutado poco a poco por las televisoras, Dejémonos de Vainas y Mis adorables Entenados son un ejemplo claro de esto), y aunque terminaba en el chiste fácil, no agredía directamente a categorías de género, clase social, ni etnia, aunque en el último ejemplo ya se vislumbraba esta característica.
Aquí podría plantearse una pregunta ¿Por qué se calcan las estrategias argumentales de los supuestos éxitos televisivos extranjeros y se lo transforman en producciones nacionales?. Bueno tal vez la respuesta es obvia, debemos entender que los canales de televisión son empresas que buscan una retribución económica traducida en rating y espacios comerciales vendidos. Pero acaso se debe sacrificar ese potencial que tienen los medios masivos para proponer productos de calidad a cambio de lo económico, yo no estoy totalmente seguro. La reflexión debería estar dirigida a pensar que si acaso todo este equipo de productores, actores, guionistas, directores, etc., estaban y están en la capacidad de proponer algo distinto a lo acostumbrado. That is the question.
La realidad desde los noventa hasta nuestros días en relación a las comedias y telenovelas que nacen de pequeños sketch seudo-cómicos es la de una “producción nacional” transmitida por televisión que se apropio del chiste fácil, racista, vulgar, machista, sin sentido que respalda toda una tradición cultural ecuatoriana que se ha construido sobre estos preceptos: machismo, homofobia y racismo. “La Taxista” y “Mostro de Amor”, son un claro ejemplo de esto. De repente lo étnico se ha convertido en burla, lo indígena es sinónimo de poca o nula educación, de inocencia intelectual, de hablado rasgado y arrastrado mal interpretado y peor actuado. De repente todo lo indígena es caricaturizado. Lo Afro significa delincuente o sexualmente descontrolado, lo gay es escanercito y degradado, la mujer es vendida como la imagen perfecta de belleza que está dispuesta a satisfacer el apetito sexual de sus compañeros varones, respalda el estereotipo de belleza que supone debe tener una mujer (delgada y voluptuosa), y un “rol” de pasividad dentro de una familia o grupo de trabajo, o todo lo contrario, la fealdad al igual que lo indígena, lo étnico, lo gay y la clase social deprimida es caricaturizada convertida en chiste. No gratuitamente se da esta analogía entre la fealdad y lo étnico como burla. Esto al final del día va alimentar ese inconciente colectivo cargado de machismo y racismo.
Triste es observar la dirección que toman las nuevas y promocionadas “producciones nacionales”, que se irán filtrando en la educación de despistados televidentes que cada vez van aumentando las audiencias y dan luz verde para generar nuevos productos con las mismas características. ¿Qué ha cambiado desde hace dos décadas atrás?, pues el mal gusto se ha especializado junto a la técnica y oficio. Ahora estas producciones gozan de un grueso presupuesto y de un ejercito de seudo actores y actrices que llegan a la televisión sin más mérito que el de su aspecto físico o directo desde cualquier reality, pero eso es todo. No quiero desconfiar del talento y capacidad de los actores profesionales (que en su mayoría vienen del teatro) y todo el equipo técnico que solo están aprovechando las escasas propuestas con presupuesto que nacen desde la televisión.
Pero los dueños de los medios muestran una falta total de escrúpulos el momento de mentalizar y solventar ideas que no aportan en nada a la construcción de espacios de apertura y respeto hacia el otro, la diversidad, el librepensamiento, y refuerzan la idea hegemónica de lo normal y la norma que luego será repetido por las masivas audiencias perpetuando las discriminación a lo diferente y a lo supuestamente subordinado (la mujer, lo indígena, lo afro, etc.). Entonces qué significa “la producción nacional”, qué busca este tipo de productos, por qué alimentan todo estos estereotipos y alientan el irrespeto hacia el otro, tal vez yo no tenga la respuesta pero algo habrá que hacer, la pregunta es ¿qué?, se me ocurre que “apagar la tele” es un buen inicio.

Comentarios

  1. Dante says

    Yo también considero que la manera más eficiente y justa de exigir al menos un poco de mejoramiento en la producción es penalizando a estos supuestos «medios de comunicación» con el cambio de canal o el apago del televisor. Ojala y se propugnara una campana para sancionar la calidad de los canales, y además hay que tomar en cuenta que tarde o temprano este tipo de «producción» termina en los ojos de los mas pequeños.
    De ser así (y esto ha sucedido en los últimos 30 años no creo que me dejen mentir) ya iremos vaticinando el destino de este país para la siguiente década…
    Si la gente «común» se educa inconscientemente a través de la «caja tonta» (y en el Ecuador los términos «caja tonta» se aplican en todo el sentido literal de la expresión) entonces ya sabemos por donde puede empezar el proceso de reparación de la sociedad ecuatoriana (que necesita ser depurada al menos por 40 años de desastre moral e intelectual en el que nos han sumido no solo los malos gobernantes sino las pésimas políticas sociales y culturales (gran parte de la responsabilidad cae precisamente sobre los medios), porque la gente debe saber que tenemos todo el derecho basado en la constitución de reclamar servicios eficientes y de calidad a la entidad pública o privada.
    Y los medios proporcionan un servicio, nuestra atención es la moneda y sus programas son el producto.
    Entonces… Que estamos pagando en realidad? Vale la pena?

  2. andrés says

    Bien dicho 🙂
    Personalmente lo más molesto es que se centran en la comedia, pero la comedia vulgar muy desagradable y en muchos casos perjudicial para todos.

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